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Hoy Isabel cuenta

25 años después de que comenzara a luchar por el derecho de su propia hija a la educación, Rosa Montana es incapaz de contener las lágrimas al escuchar a Isabel decir ”Ahora ya no siento que haya ningún límite. Las cosas pueden a veces ser difíciles, pero nunca son imposibles. ”La larga batalla de Rosa está comenzando a dar resultados.

Rosa es responsable de los temas relativos a la educación en la organización paraguas FECONORI. Ella me ha llevado a OCN, la organización contraparte en Nicaragua  de la Federación Sueca de las Personas con Discapacidad Visual. Cuando me acerco y miro a través de la puerta en el edificio de OCN en el centro de Managua, veo una terraza con sillas mecedoras de madera. Dos mujeres se sientan muy juntas, balanceándose suavemente. Puedo oír que están hablando y riendo. Entramos y saludamos a Isabel Masías González y a Eliuth Martínez Fonseca.

Isabel tiene 17 años y va a la escuela secundaria superior. Eliuth es uno de los 11 profesores en educación especial que están contratados por el Ministerio de Educación para apoyar a los estudiantes y formar a los profesores en las escuelas que tienen los niños y jóvenes con discapacidad. Esta iniciativa es relativamente nueva y es el resultado de la asociación que FECONORI ha establecido con el Ministerio de Educación para hacer las escuelas más inclusivas.

Isabel y Eliuth se conocieron hace poco más de un año, al visitar Eliuth por primera vez la escuela de Isabel. El encuentro entre ambas cambió todo para Isabel.

Un camino sinuoso lleno de desafíos

Isabel empezó la escuela en una escuela de educación especial, junto con otros niños con discapacidades, y en esta escuela estudio durante seis años. Se sentía aceptada en la escuela pero ésta quedaba muy lejos de casa y sólo tenía enseñanza hasta sexto grado. Después de esos seis años le tocó elegir entre abandonar la escuela o pasarse a un centro educativo ordinario.

– Como quería seguir aprendiendo, comencé a ir a la misma escuela que mi hermano. Él se avergonzaba de mí y los demás estudiantes se reían de mí. Mi madre era la única que me apoyaba y que creía en mis capacidades, fue gracias a su apoyo que pude seguir adelante, explica Isabel.

Los maestros no se tomaban el tiempo necesario para explicar cómo se esperaba que ella hiciera las cosas. Le decían que les preguntase a sus compañeros de clase, los que tampoco mostraban mayor interés en ella.

Una vez, ella ganó un concurso, fue la mejor de la clase en memorizar y recitar un largo texto de la Biblia. Se esperaba que quien ganase siguiese compitiendo contra otros niños de otras escuelas. Sin embargo, el maestro premió a otro estudiante, porque no creía que Isabel iba a poder ir a otra escuela en representación de la clase

– Me sentí totalmente aislada y excluida en todos los sentidos ”, nos cuenta.

La escuela tiene dos pisos y hay una escalera de caracol que los conecta. Para evitar aún más las burlas, Isabel optó por dejar de usar el bastón blanco, lo que le dificultó moverse alrededor de la escuela. Varias veces, estuvo a punto de caerse por las empinadas escaleras. Sin embargo, siguió dejando el bastón en casa, que fue utilizado como un juguete por sus hermanos.

El cambio en las condiciones puso al descubierto las capacidades de Isabel

Cuando Eliuth llegó a la escuela inmediatamente se dio cuenta de que Isabel carecía de las condiciones adecuadas para participar en la vida escolar. En el aula, los estudiantes se sentaban alrededor de mesas grandes. La única que estaba sentada de espaldas a la maestra era Isabel.

Närbild–Mi opinión no era nunca importante. Los maestros no se molestaban en pedirme nada, ni en adaptar el material didáctico para que yo también pudiera participar.

Eliuth se aseguró de que se trasladase la clase a un aula que era más adecuada para Isabel, que se cambiasen los muebles para facilitarle a Isabel oír lo que decían los maestros. Eliuth también les enseñó a los maestros diferentes métodos para hacer más accesible la enseñanza para Isabell. Igualmente fue Eliuth quien le mostró al profesor de matemáticas, por ejemplo, cómo podía dejar que Isabel usase su propio cuerpo para tratar de entender el significado de términos matemáticos como diagonales u otros.

Eliuth ayudó también a Isabel a organizar su mochila, para que pudiera encontrar con mayor facilidad y rapidez todo lo que necesitaba para las diferentes clases. Y le dio a Isabel un nuevo bastón blanco, para que pudiera moverse alrededor de la escuela.

Una vez que los maestros y directora vieron el efecto de los cambios que Eliuth fue introduciendo, fueron teniendo una actitud más positiva y, poco a poco, fueron incluyendo a Isabel en sus lecciones.

La educación inclusiva se basa en que todas las personas del entorno tengan los conocimientos necesarios y comprendan la necesidad de ésta

Eliuth estuvo visitando la escuela de Isabel dos veces al mes.

– Es importante adoptar un enfoque global, lo que implica incluir a los maestros, al director de la escuela, a la familia, a los otros estudiantes y a sus padres, así como también trabajar con la propia actitud del estudiante. Cada uno tiene que querer mejorar la situación. A menudo,  esto se puede hacer de muchas maneras diferentes y no necesariamente tiene por qué costar demasiado dinero, dice Eliuth.

– En esto es que el apoyo de otros países es de vital importancia. Mediante el intercambio de experiencias con personas de Suecia, obtenemos nuevas ideas sobre lo que podemos hacer, aunque, naturalmente, tenemos que adaptar el trabajo a nuestras propias circunstancias locales, dice ella.

Está claro que Isabel y Eliuth se sienten la una cerca de la otra y que Eliuth ha significado mucho para Isabel, ya que desde el fallecimiento de su madre a ella le faltó apoyo en su casa. El año ha sido duro, pero hoy en día se la ve a Isabel relativamente feliz y ya puede empezar a hacer planes para el futuro.

– De cierto modo, todo es un poco más difícil, dice sonriendo. Ahora tengo que trabajar mucho más porque es mucho más lo que se espera de mí. Pero vale la pena, porque también estoy aprendiendo mucho más. Tengo un mejor contacto con mis compañeros y me gusta ir a la escuela.

Isabel no sabe exactamente lo que quiere hacer con su vida, lo que sí sabe es que quiere seguir estudiando.

–Ahora pienso que hay muchas cosas diferentes que podría hacer. Ya no siento que tengo límites. Las cosas pueden, a veces, ser difíciles pero no son nunca imposibles, nos dice, mientras se vuelve a ver a Eliuth con una sonrisa.

De reojo veo que a Rosa se le escapan unas lágrimas. Su lucha de 25 años por la educación ha dado resultados. No sólo por la persona por la que ella comenzó a luchar, su propia hija, sino para otras hijas y otros hijos en Nicaragua. Ella ve que las cosas empiezan a mejorar. Todavía hay un largo camino por recorrer, pero ahora se cuenta  con maestros, directores de escuela, familias y niños que saben lo que significa la educación inclusiva y la forma en que ésta se puede implementar, y que también han visto de primera mano los resultados fantásticos que la educación inclusiva puede aportar.

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